La historia de esta receta comenzó hace algunos meses. En una de mis visitas a uno de nuestros clientes, éste me comentó que había una persona que estaba interesada en conocerme. «Ha probado tus cervezas y le han gustado mucho», me comentó Fernando, dueño de Gastrópolis. Fernando me contó que se trataba de un militar estadounidense que estaba destinado en Zaragoza, y que tras probar nuestras elaboraciones y saber de nuestra historia quería conocerme. Me pareció una idea estupenda y una semana más tarde quedamos para tomar algo. Kasey es un piloto de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos y un amante de la cerveza, en especial de la nuestra. Después de saciar su curiosidad sobre nuestros comienzos me contó que tenía un primo en Texas que se dedicaba a producir malta. «Quizá podríais hacer algo juntos», me dijo. Y ahí quedó todo. Nos despedimos y quedamos en volver a vernos algún día.
Semanas más tarde comencé a desarrollar la receta que quería elaborar para el primer aniversario. Tenía una cosa clara: tenía que ser muy especial. En seguida supe, porque no me puedo resistir, que quería hacer otra India Pale Ale (IPA) y que el centeno debía estar presente, ¿quizá centeno rojo? por qué no. El éxito de nuestra Best Secret Rye IPA, del que soy su primer fan, me llevaron a pensar en hacer una nueva versión. Entonces ya estaba decidido, haríamos una Red Rye IPA.
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Lo primero fue pensar en los lúpulos. Después de probar las maravillas del valle de Yakima, supe que esta cerveza debía llevar solo producto con esta denominación de origen. Y hacía tiempo que quería hacerme con unos kilos de Ekuanot, una variedad recomendada para dar sabor y aroma debido a su gran contenido en aceites, que aportan deliciosas notas cítricas, tropicales y herbales. Se trata de una variedad creada y patentada en Estados Unidos, y que ha sido desarrollada a lo largo de 13 años. La primera vez que fue usada en una cerveza comercial fue en 2014 en la Ruthless Rye IPA de Sierra Nevada.
Tras un poco de investigación y unas llamadas logré hacerme con lo necesario para dos lotes por si fuera necesario. Es que nunca se sabe.
Segundo, pensé en un elemento que no había variado mucho en mis recetas anteriores: la levadura. En este caso estuve semanas buscando y más tarde elaborando varias recetas con diferentes cepas de Saccharomyces, hasta que de casualidad encontré un hilo de un chat en el que hablaban sobre una levadura líquida de una empresa de Oregón, que describían como excepcional. En la misma conversación alguien había colgado un link a la página web. No le di muchas vueltas, entré y encargué varias muestras. Tradaron 5 días en llegar y nunca había estado tan emocionado por probar un ingrediente en una cerveza. Apenas dos días después de haber hecho la prueba, el sótano estaba inundado de un increíble aroma a fruta. «¡Sí!».
Cuando hice el pedido de lúpulo solicité que me añadieran unos packs pequeños del mismo producto para probarlo en casa. Así que cuando llegó me puse ya a pensar en los detalles de la que sería la nueva receta.
Después de describir los tipos de maltas sobre el papel y hacer los cáculos para determinar entre otras cosas el grado alcohólico que quería alcanzar (6.2%), me di cuenta que necesitaba algo más. Un factor que la hiciese diferente, ¿pero cual? El sabor y el aroma ya los tenía y no quería añadir nada más. Entonces me acordé de Kasey y su primo frabicante de malta en Texas. «¡Claro!». Probablemente no hubiera habido una gran diferencia en cuanto al tipo de malta que hubiera adquirido a otro proveedor, pero creo firmemente que todo ocurre por algo y que su malta de centeno debe estar en nuestra nueva cerveza.
Una vez estuvo lista la primera prueba con los ingredientes principales, el resultado fue más que satisfactorio. Lo primero que destacaba era un gran aroma a frutas cítricas, pero también a melocotón. El centeno también estaba muy presente en nariz. En boca era increíblemente sedosa, pero también potente de cuerpo. La malta, muy presente, se fundía con los sabores y el toque resinoso del lúpulo, acompañados por los deliciosos esteres afrutados de la levadura, para volver de nuevo al centeno, que se apodera de la boca con ese toque especiado tan característico. Exquisita.
Antes de dar el visto bueno a la receta hice varias pruebas más con igual resultado. Ya solo quedaba llevarle un par de muestras a Jacob, el dueño de Cervezas Villa de Madrid, nuestra segunda casa. Pasamos una mañana hablando de cerveza y discutiendo sobre la receta, que también le cautivó. Coincidimos en los ajustes que habría que hacer para sacarle el mejor provecho en la fábrica y le pusimos fecha a la elaboración.
Nuestro American Dream pronto será realidad.
Alexander H. Mabry
Fundador Golden Promise Brewing